Bicis Blancas y jornadas laborales de 18 horas

Por: Paco Talavera (@Talavera_Paco)/proyectodiez
Foto de portada: Arturo Campos Cedillo/Agencia RACC
29 de abril 2015.- ¿Qué tienen en común un ciclista caído y un conductor de transporte público? Nunca
podremos comparar la fuerza de una bicicleta frente a un motor armado
por toneladas de fierro. El espacio que ocupa una bicicleta no puede ser
equiparable con el de una unidad de transporte público. Son realidades
diametralmente opuestas, en espacio y en velocidad.
Lo común entre estas dos realidades desiguales, es que el sistema de movilidad reinante,
las ha enfrentado. La bicicleta puede representar un recurso de
liberación para las personas que tienen las condiciones físicas. Es una
autonomía que puede romper los engranajes de las energías fósiles.
La situación laboral del conductor de camión es uno de los múltiples escenarios de la desigualdad lacerante. 18 horas expuesto al tráfico, por 500 pesos, sin seguro social, sin derecho a huelga, ni mucho menos a enfermarse.
Transporta explotados como él, por
calles que han sido pavimentadas una y otra vez, con miles de contratos
de obra pública. Contratos que sirven para capitalizar a la mafia que financiará la carrera política de cualquier servil sin escrúpulos que tenga aspiraciones a un cargo público.
El conductor arrolla ciclistas por múltiples negligencias. La élite que diseña la ciudad,
la convirtió en un artefacto de desigualdad. Su motor arrolla
ciudadanos, hace que se enfrenten, que se culpen entre sí. Mientras en
el castillo impune, se dan banquetes para celebrar el negocio redondo de los despojos.
La movilidad intermodal e integral comienza por reconocer la desigualdad de nuestras condiciones y lo común: nuestra indignación.
¡Ni un ciclista más!